El Último Cocktail

Acabo de volver del instituto con una idea fija como nunca antes me había sucedido. Con la mayor seguridad del Mundo. Con una extraña sensación de saber que lo que pienso es la clave para todo. Decidido. Ni un minuto más.

Hoy fui al instituto por sólo algunas horas, ya que varias de las materias ya las tengo aprobadas. Fui con toda la energía y alegría del mundo. Volví destrozado.

No puedo. Me siento solo. Muy solo. Siento que no tengo a nadie a mi alrededor. Siento que soy un estorbo. Siento que sobro en este paisaje. Siento que no soy tenido en cuenta. Siento que siempre soy yo el que tiene que esforzarse por entablar conversaciones con los compañeros, ellos no están interesados en mi. ¿Soy el nerd aburrido del curso? ¿Soy el abuelito, por eso nadie me da bola?

Y más allá de esas realidades concretas, siento que no soy querido. No. No siento afecto de parte de nadie. No sé si existe y quizás no soy capaz de sentirlo. No lo sé. La única certeza que tengo hoy es que estoy profundamente solo, que nadie me quiere-o al menos lo siento así-y que soy un estorbo en este mundo, una piedra que, en caso de desaparecer, muy pocos se darían cuenta y sin mucho asombro.

Estoy en un callejón sin salida. Esperaba que me tratés bien, Andrew, pero siento que siempre sos despectivo conmigo. ¿Qué es lo que pasa? Algunas compañeras querían que me siente cerca. Pero no puedo tolerar sentir amor, afecto, NO PUEDO HACERLO. Estoy atrapado, cada día me encuentro más solo, mas vacío. Les juro que tengo un millón de ganas de acabar con esto de una vez, pues cada vez le encuentro menos sentido a todo.

Me siento condenado a vivir en el desamor y en la tortura de la pulsión maldita. Pero esta vez estoy decidido a acabar YO con ella.

Esta SOLEDAD que me destroza se mezcla con innumerables COMPLEJOS. No sé qué exactamente sucedió hoy, pero se mezcló todo y estoy explotando. Estoy desbordado. No encuentro consuelo. Me siento el más horrible, anti-fashion, fachero (good- looking) del mundo. Todos los chicos que quiero NI SIQUIERA me ven. Y los que me ven me encargo de espantarlos.

Ya está. Estoy muy cansado. No puedo controlar esta histeria. Esto es más fuerte que yo. SI NO SOY CAPAZ de sentir amor, creo que mi vida ya no tiene ningún sentido porque, seguir estudiando así, me llenará de medallas pero también de la más profunda soledad, tristeza y dolor.

Amigos. NO PUEDO. Y cuando digo no puedo es porque hace años que lo vengo intentando. No tengo CARÁCTER ni para sostenerte la mirada, ni para EXPRESAR una opinión, un punto de vista. YO VIVO QUEBRADO, por cualquier cosa tengo muchas ganas de llorar. Si peleo con vos me callo porque necesito reprimir ese llanto, estoy atrapado en esta angustia infinita y desamorada, sin valor. No tengo el valor necesario para vivir. No tengo nada. Soy una máquina sin corazón emborrachada de MIEDOS que me paralizan, que no me permiten hacer nada. Le tengo miedo a todo, desde siempre. Mi DESEO está atrapado en este cocktail mortal y no puede salir. Y se muere. Y con él muero yo.

El deseo entre rejas en este vicio histérico asfixiándose cada vez más. Es un callejón que se da maña para NUNCA tener salida y terminar volviéndome loco. Estoy atrapado.

No tengo el valor necesario para amar, dejarme amar y decir te amo, por lo tanto, esto ya no tiene ningún tipo de valor para mí. Todo se ha deslibinizado. Nada vale la pena ya. El deseo, entre rejas, llora, pero por dentro. Ninguna lágrima ha sido autorizada para salir. Y mientras continúa el llanto incesante, el deseo, va despareciendo hasta su extinción como la llama de una vela que no encontró motivo alguno para seguir brillando.